Quizás el español Miguel de Unamuno (1864-1936) sea uno de los escritores más controvertidos de todos los tiempos no solo por los cambios radicales que marcaron su postura política, sino por la temeridad y desolación con la cual enfrentó sus últimos días.

Más allá del genio detrás de la novela histórica Paz en la guerra, el ensayo Vida de don Quijote y Sancho, y la tragedia La esfinge, se encontraba el filósofo que no lograba poner a tono sus constantes giros en pensamientos y expresiones, los cuales le llevaron a la muerte en vida, a la angustia, el desencanto y el abandono.

Unamuno- a quien se le negó el premio Nobel de Literatura en 1935 por cuestiones políticas- fue un hombre multifacético y delirante, que marcó la diferencia desde sus años de estudiantes al rechazar el método de aprendizaje memorístico que se aplicaba por aquellos tiempos en casi todas las materias.

DE IZQUIERDA, ANTIMONÁRQUICO Y DERECHISTA

Hacia 1894 el intelectual y filósofo ingresó a la Agrupación Socialista de Bilbao y colaboró en el semanario La Lucha de Clases, una publicación de izquierda que existió entre 1891 y 1937.

Más adelante formó parte de la Generación del 98​ que definió a grupo de escritores, ensayistas y poetas españoles que se vieron afectados por la crisis moral, política y social ante la derrota militar de España en la guerra hispano-estadounidense.

Cuando la lengua se le desataba a Unamuno no había dios que lo contuviera. Así que eran muy conocidas sus agresiones verbales al rey y al dictador Miguel Primo de Rivera (militar español que gobernó entre 1923 y 1930).

Pese a sus crisis existenciales y preocupaciones religiosas se presentó como candidato a concejal por la Conjunción Republicano-Socialista para las elecciones del 12 de abril de 1931 y resultó elegido.

Dos días después proclamó la República en Salamanca al declarar “comienza una nueva era y termina una dinastía que nos ha empobrecido, envilecido y entontecido”.

En breve un cambio sustancial rondaría sus proyecciones políticas y filosóficas pues al iniciarse la guerra civil, el rector de la Universidad de Salamanca apoyó a los rebeldes que supuestamente iban a encauzar a España.

CONFUSOS TIEMPOS DE FRANCO

En principio, para Unamuno se trató de un alzamiento a fin de salvar a la República del comunismo y por tal motivo en 1936 hizo un llamamiento a los intelectuales europeos para que apoyasen a los sublevados.

El sustento de su reclamo -del cual posteriormente Franco se hizo eco- fue que ellos representaban la defensa de la civilización cristiana occidental, un planteamiento muy cuestionado a posteriori por estudiosos contemporáneos.

Pero lo que no sospechaba Unamuno era que sus ilusiones estarían truncadas por la desesperanza y la angustia que vivió ante la represión desatada en Salamanca por los rebeldes que él mismo había apoyado.

La detención y asesinato de muchos de sus amigos sin una causa que sustentara dichas ejecuciones lo llevó por un camino desierto y oscuro del que solo la muerte pudo librarlo.

CERCA DE LA MUERTE, LA TEMERIDAD

Pocas semanas antes de morir, realizó un discurso memorable ante un auditorio militarizado en el cual se retractó de su apoyo a los sublevados al afirmar que él no había traicionado a la República, sino que la República lo había traicionado a él.

Fue el 12 de octubre de 1936 en el paraninfo de la Universidad de Salamanca cuando desafió públicamente al general Millán-Astray (procurador en las Cortes franquistas entre 1943 y 1954) después de que este protagonizara un estrepitoso sainete en coqueteo con la muerte.

Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho. Me parece inútil pediros que penséis en España, expresó Unamuno.

En otro momento de su intervención añadió: “Me equivoqué, esta es una guerra incivil, un suicidio colectivo entre partidarios del fascismo y el bolchevismo”.

UNAMUNO, LA MUERTE EN VIDA

No fue fusilado como sus amigos, pero sí condenado a un arresto domiciliario que aceleró su muerte el 31 de diciembre de ese mismo año.

Aquel hombre que dio su apoyo a la derecha franquista sin saber lo que iba a suceder, que donó cinco mil pesetas a la causa de los sublevados y que -con cierta inocencia- no creía en el peligro que acechaba a sus amigos, terminó en la más triste oscuridad.

La revancha, el odio, las ansias de poder, el cinismo y la intimidación regirían en España hasta la muerte del dictador Francisco Franco Bahamonde​​ en 1975, quien fuera proclamado jefe del Estado español “mientras durara la guerra civil”, sin embargo, en el documento aprobado se omitió dicha incidental.

Una buena parte de estos sucesos los recoge la película Mientras dure la guerra, del cineasta chileno-español Alejandro Amenábar, realizador también de la cinta Mar adentro (reconocida en 2004 con los premios Oscar y Globo de Oro en la categoría de mejor cinta de habla no inglesa).

Estrenado en 2019, el filme Mientras dure la guerra indaga en una parte dolorosa de la historia española e inicia con la detención y posterior fusilamiento del alcalde del Salamanca Casto Prieto por sus ideales socialistas.

A partir de ese momento se desencadenan una serie de sucesos muy vinculados a la figura de Unamuno, sus delirios, frustraciones y, sobre todo, los conflictos político y personal que lo acompañaron toda la vida.