
Como una de las bellezas del mar Mediterráneo se erige la isla de Mallorca, una maravilla visual y gastronómica que con solo una mirada puede enamorarte para siempre. Sin embargo, entre sus mayores encantos sobresale la gente que desanda sus calles.
Llegados desde diversos países, ya sean turistas o extranjeros residentes en la isla, se escuchan en calles, bares, restaurantes, parques y paseos las voces de múltiples culturas que no pierden su esencia ni con el paso inexorable del tiempo.
Restaurantes de comida cubana, venezolana, argentina, peruana y boliviana, entre otras propuestas latinoamericanas, dotan a la isla de Mallorca un encanto particular pues ofrecen la posibilidad de estar en contacto con otras naciones.
Mallorca latina
Al caminar puedes escuchar música de los cinco continentes interpretada por artistas que hacen de aceras y calles sus mejores escenarios a fin de evidenciar sus talentos.
Singulares son las danzas bolivianas que se pueden apreciar en el Parque de las Estaciones, donde a ritmo de Caporales, Diabladas y Morenadas (tres de los bailes típicos de ese país), adolescentes y adultos reverencian sus raíces.
Entre otros atractivos de la isla despunta su arquitectura con obras como el castillo de Bellver, uno de los cuatro únicos europeos de planta circular; la Catedral de Santa María de Palma, representativa del estilo gótico; y el monasterio de Lluc, donde se encuentra la Virgen de Lluc, patrona de Mallorca.
Junto a Ibiza, Formentera, Menorca y otros islotes, Mallorca forma el conjunto de las Islas Baleares, conocidas a nivel internacional por su belleza natural, en especial sus espectaculares playas.
Sin embargo, uno de sus más singulares tesoros es la Sierra de Tramontana, cuyo paisaje cultural fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2011.
Uno de los primeros regalos para quien visita por primera vez Mallorca es la vista aérea cuando el avión se aproxima. Esa combinación de mar y montaña se convierte en un binomio perfecto para cualquier viajero curioso.