Kabul no será ni Saigón, ni Teherán, ni Bengasi

Tropas especiales de Estados Unidos en Afganistán. Foto de The U.S. Army, (CC BY 2.0)

Estados Unidos alista 3000 soldados para una operación de evacuación relámpago para poner a salvo a su personal diplomático en Kabul. La toma de la provincia de Gazni al sur de Kabul, por las fuerzas del Talibán, deja la principal carretera de acceso a la capital despejada para los insurgentes. El colapso del gobierno afgano y del ejército nacional entrenado por Estados Unidos es cuestión de días.

El presidente afgano Ashraf Ghani busca negociar con los talibanes un entendimiento que les permita mayor influencia en el gobierno. Pero todas las iniciativas para concretar la paz y un proceso de diálogo han fracasado, especialmente porque las fuerzas gubernamentales están en franca desventaja. Las fuerzas insurgentes controlan casi el 70% del país y avanzan con celeridad al cerco de Kabul.

Estados Unidos debe finalizar la retirada del personal militar para el 30 de agosto, adelantando dos semanas la salida prevista para el 11 de septiembre. El ejército afgano apenas cuenta ya con apoyo militar real de fuerzas extranjeras sobre el terreno. Al unísono los aliados de Estados Unidos y la OTAN han ido extrayendo sus fuerzas y abandonando las bases.

El fin de la presencia americana y retorno del Talibán 

La salida de la base aérea de Bagram, hace un mes, supuso el fin de presencia de ocupación considerable de fuerzas militares extranjeras. Aunque el ejército afgano ha sido entrenado para administrar estos establecimientos y la maquinaria de guerra que dejan atrás los occidentales, en la práctica han mostrado su incapacidad operativa y táctica.

El Talibán, conocedor de su capacidad movilizativa y décadas de experiencia insurgente ha tomado en par de meses una decena de capitales de provincias. Sus avances y victorias continuas demuestran la superioridad en el terreno de este grupo y una cualidad que los hace indetenibles, una alta moral combativa.

Miliciano talibán, foto de newsonline, (CC BY 2.0)

Los chinos conocedores de lo inevitable ya dieron reconocimiento al futuro gobierno talibán y comenzaron diálogos de alto nivel para alianzas estratégicas y seguridad fronteriza. Mientras tanto Rusia y China continúan entrenamientos militares conjuntos previniendo un efecto dominó en Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán y en las poblaciones musulmanas chinas. La salida de Estados Unidos les deja a ambos la responsabilidad de controlar sus zonas de influencia y evitar que se les salga de las manos la bomba de relojería plantada por Estados Unidos.

El caos de los refugiados

Los talibanes están siendo implacables con los afganos que han colaborado con la OTAN durante los 20 años de presencia en el territorio. Estados Unidos preparó la base de Fort Lee, en el estado de Virginia, para recibir 2 500 intérpretes y personal de apoyo afgano. Pero el cupo es limitado, en el país asiático quedan más de 20 mil personas asociadas al apoyo directo de las fuerzas norteamericanas que todavía están en procesos burocráticos para el asilo, mientras que los talibanes avanzan sin freno hacia la capital.

Los desplazados internos se cuentan por cientos de miles, cuando el cerco se arrecie en torno a Kabul el único lugar seguro podría ser la embajada de Estados Unidos. Por tal motivo la administración Biden pretende evacuar con tiempo al personal diplomático para evitar imágenes de evacuación apresurada como las de Saigón en el episodio final de la reunificación vietnamita.

Evacuación de la embajada norteamericana en Saigón.

Se espera que para finales de septiembre el número de desplazados civiles fuera de la frontera de Afganistán supere el millón de personas y para finales de años los 3 millones. La crisis humanitaria de dimensiones bíblicas está a las puertas en el peor momento de la tercera ola del Covid-19.

Personal mínimo y evitar la toma de la embajada

Una crisis de rehenes en la embajada americana en Kabul, al estilo Teherán-1979, sería un golpe demoledor para el gobierno demócrata. Para evitar que grupos fanáticos tomen la embajada y todo el material de inteligencia que allí se acopia, los 3 mil soldados tendrán la misión de desalojar con tiempo y llevarse todo el material sensible y en especial al personal diplomático de alto rango.

Asalto de radicales chiitas a la embajada de Estados Unidos en Teherán.

En Kabul solo se quedará un pequeño grupo consular para continuar con los trámites de visado y refugio. Posiblemente serán retirados días antes a la batalla final por Kabul. No es prudente que ningún civil norteamericano sea ejecutado por extremistas islámicos y pongan en riesgos los procesos eleccionarios en Estados Unidos a favor de los demócratas como ocurrió tras la catástrofe de Bengasi. 

Con la salida del personal diplomático de Kabul, Estados Unidos da luz verde para que concluya lo inevitable. Veinte años de intentos de modernización de Afganistán acabarán definitivamente al momento que las últimas botas de occidente abandonen Kabul. La suerte está echada.