Más de 55 mil personas han firmado una petición de intervención militar norteamericana en Cuba con carácter urgente para proteger a los manifestantes de la represión del régimen. El alcalde de Miami, por su parte, reclamó frente a miles de cubanos en su ciudad, la necesidad de una intervención militar norteamericana para asistir al pueblo en las calles.
Estados Unidos podría disponer a sus tropas en Puerto Rico, en el Sur de la Florida y desde Colombia para iniciar un intervención militar urgente y sofocar al ejército cubano en días. La capacidad ofensiva norteamericana desbordaría la respuesta del régimen. Las ideas de una ofensiva de la Fuerzas Armadas Revolucionarias sobre territorio norteamericano es solo una idea para películas de ficción.
Si el régimen deseara resistir la intervención, con el inmenso costo en vidas de efectivos que esto supondría, la única alternativa que tiene es pasar a una resistencia irregular en las pocas zonas boscosas del país. La aviación cubana quedaría anulada con la sola declaración de zona de exclusión aérea sobre el espacio cubano. Los aviones del régimen no podrían estar operativos frente a la supremacía aérea norteamericana, ni podrán movilizarse fuerzas motorizadas por las carreteras sin ser detectadas por los drones.
Panamá es el ejemplo de una intervención relámpago en América Latina, contra un dictador y su ejército. Del 30 de diciembre de 1989 hasta el 20 de enero de 1990 fue suficiente para reducir a las fuerzas panameñas de Noriega y erradicar los focos de resistencia. Tengamos en cuenta que en la actualidad hay tres décadas de desarrollo tecnológico bélico que disminuiría sustancialmente los tiempos.
Pero…¿Amerita la situación en Cuba una intervención militar inmediata?
Para responder esta pregunta es necesario comprender que en política las cosas son como son y no como uno quiere que sean. Por ende, armarnos de todo el pragmatismo posible nos permitirá entender el funcionamiento de los procesos sociales y políticos.
Las manifestaciones en Cuba, de continuar, habrán cumplido en este momento sus primeras 24 horas. La represión apenas acaba de comenzar y aún no se conoce el número de heridos, detenidos y muertos. Sin esos datos es complicado defender ante la opinión pública una acción militar.
Si las manifestaciones no sobreviven una semana en su formato masivo, Estados Unidos no tendrá respaldo mediático para emplazar al régimen cubano y obligarlo a conciliar posturas con los manifestantes.
Una resistencia popular permanente en la calles y la paralización del país por tiempo indefinido obligará al régimen a buscar una solución con el pueblo y dar paso a una transición pacífica. Si el pueblo por sí solo puede sostenerse en diferentes plazas, el gobierno pierde la autoridad, la economía colapsa y los represores se desmoralizan. Si estas condiciones se logran, no existe la necesidad de una intervención extranjera.
Y si esas condiciones no se dan ¿Qué puede pasar?
En el caso que el pueblo no pueda sostenerse en las calles quedará la experiencia para levantamientos populares futuros.
Pero si se mantienen en las calles, con represión y sin esperanza de una salida pacífica, los escenarios posibles se multiplican. La violencia de los represores llevará a respuestas violentas de los reprimidos, y puede que en poco tiempo se le quiten las armas a los policías y se genere una resistencia urbana armada. En caso de caos, violencia indefinida entre las partes y desestabilización de la zona que ponga en riesgo a las fronteras norteamericanas, entonces allí, con total legitimidad, Estados Unidos valorará un ingreso en el conflicto con el fin de pacificar y evitar males mayores.
En este momento ese escenario no se divisa en el horizonte.