En un encuentro esperado con gran expectación y terminado sin las chispas anticipadas, pero sí con diferencias, los presidentes Vladimir Putin, de Rusia, y Joe Biden, de Estados Unidos, sostuvieron en Ginebra su primera reunión “face to face” que describieron como «constructiva» y «positiva».
Las relaciones diplomáticas entre Moscú y Washington iban por mal camino desde que Biden asumió el poder y tildara a su homólogo ruso de “asesino”. Rusia llamó a consultas en marzo a su embajador Anatoli Antonov y le dio a su par estadounidense en Moscú, John Sullivan, boleto a DC.
Si bien el balance fue favorable, ambos hicieron sus conclusiones en conferencias de prensa separadas, y son escasos los progresos concretos. Las controversias son muchas y las discusiones fueron duras en temas como ciberseguridad, Siria, Irán, Ucrania y Bielorrusia, en cuatro horas entre las delegaciones y el diálogo directo entre ambos de dos.
DESACUERDOS PERO SIN GUERRA FRÍA A LAS PUERTAS
En ambos lados cuecen habas, aunque según Biden, “no en una atmósfera hiperbólica”, y aseguró que lo que menos quiere Putin es “una nueva Guerra Fría”. Putin, poniendo paños tibios también, calificó a su par norteamericano como un “estadista experimentado” y aseguró que ambos “hablaron el mismo lenguaje”.
Y aunque Rusia acababa de incluir a Estados Unidos en su lista oficial de “países hostiles”, fruto de la cumbre fue restituir a los embajadores en las respectivas capitales. El «cuando» es una cuestión «técnica».
Putin también habló de un posible intercambio de prisioneros, pues cree que ambas partes “podían ceder”. Se acordó que cancilleres de ambos países analicen la posible liberación de prisioneros de alto perfil y se reúnan para discutir sobre estrategias de seguridad conjuntas. Acordaron iniciar un diálogo sobre el control de armas nucleares.
Biden dijo que Putin estuvo abierto a “ayudar” a EE.UU para que Irán no adquiriera más armas nucleares, y a la lucha contra el “resurgimiento del terrorismo” en Afganistán. “A cambio, dijimos lo que queríamos hacer para brindar seguridad a la gente de Siria y Libia”, insistiendo en la necesidad de corredores humanitarios en territorio sirio pues “la gente está muriendo de hambre”.
CIBERSEGURIDAD, LA PIEDRA EN EL ZAPATO
Uno de los puntos más candentes de la cumbre fue el de la ciberseguridad, sobre el que hubo acuerdos pero con tensiones. Tanto Biden como Putin informaron la conformación de un grupo de trabajo para desarrollar un entendimiento específico sobre ataques cibernéticos y abordar el problema según los casos.
El eslavo afirmó: “Creemos que la ciberseguridad es extremadamente importante para el mundo en general, incluyendo a Estados Unidos y Rusia en el mismo nivel”, despegándose de las acusaciones de Estados Unidos sobre agresivo espionaje cibernético y encubrimiento a criminales que atacaron infraestructura estadounidense y reclamaron rescates.
Putin sugirió que la mayoría de los ataques en el ciberespacio provienen de EE.UU. y otros países. Biden, indicó que cumplió su objetivo de mostrarle a Putin un listado de 16 sectores de infraestructura esencial en EE.UU. que deberían quedar “fuera del alcance” de los ataques cibernéticos.
Más allá del intento de interferencia en las elecciones de 2016, los ciberataques masivos registrados recientemente contra empresas como SolarWinds, Colonial Pipeline y JBS y atribuidos a Moscú o a grupos de piratas informáticos radicados en Rusia, han molestado a Washington.
UCRANIA Y NAVALNY
Ucrania fue otro de los temas en busca de paños tibios en la cumbre entre Biden y Putin. Este último; como era de esperar; no avizoró concesiones sobre la creciente presencia militar rusa cerca de la frontera oriental de Ucrania. Además, acusó a Kíev de romper el pacto de alto el fuego con los rebeldes prorrusos de esa zona Crimea.
Biden, ripostó que Estados Unidos mantendrá su “compromiso inamovible con la soberanía y la integridad territorial de Ucrania”, por lo que a pesar de los acuerdos, permanecen las tensiones emanadas de la anexión rusa de Crimea en 2014, la intervención en Siria en 2015 o las acusaciones de interferencia en las elecciones de 2016 que llevaron a Trump al poder.
En algo concordaron en cuanto a Ucrania: insuflar aire a la desinflada vía diplomática, aunque Putin dijo que lo que busca en el vecino país es “estabilidad”.
En cuanto al líder opositor ruso Alexei Navalny, que cumple una pena de prisión de dos años y medio, después de que un tribunal fallara que había violado las condiciones de una sentencia previa de cárcel suspendida y mantuvo una huelga de hambre de 24 días en protesta no hubo química.
Biden hizo hincapié en el tema, señalando que habría “consecuencias devastadoras” para Rusia si Navalny moría en la cárcel y Putin se negó a referirse a Navalny por su nombre y lo culpó de su propio arresto, afirmando que había regresado a Rusia desde Alemania pese a saber que había una orden de detención en su contra.
Navalny sostiene que fue envenenado con un agente nervioso por órdenes de Putin, lo que este niega y el norteamericano respondió a una pregunta sobre su confianza en que Putin cambie de actitud: “No me siento confiado”. “Lo que he dicho es que su conducta cambiará si el resto del mundo reacciona a sus acciones, y esto perjudica su lugar en el mundo”.
TOMA Y DACA, Y MAS PAÑOS FRÍOS
A pesar de las tensiones, la cumbre en Villa La Grange; Suiza; incluyó apretón de manos en el que Biden llevó la iniciativa. “Siempre es mejor verse cara a cara”, dijo el estadounidense al comenzar la primera reunión con el líder ruso desde que llegó a la Casa Blanca.
Biden hizo relucir su imagen de buen negociador, relanzando la célebre cumbre en Ginebra entre Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov en 1985, que inició el fin de la Guerra Fría. Pero Putin no es novato en tales lides, desde 1999, cuando llegó a la presidencia ya estuvo con cuatro homólogos estadounidenses. Biden es el quinto.
Los que saben del tema coinciden en que Putin logró lo que más deseaba: la Cumbre en sí, muestra de la importancia de Rusia como potencia con la que contar en el mundo. Biden dijo que hay voluntad genuina de mejorar relaciones con Rusia, aunque insistió en que el tiempo dirá si ambas naciones avanzan en importantes diálogos estratégicos.
SIN MUCHOS ACUERDOS PERO SIN GUERRA FRÍA
En fin, en Ginebra ambos manifestaron respeto mutuo. Putin calificó su relación con Biden como “pragmática” y halagó los valores de su par. “Diría que es muy constructivo”. “Es muy balanceado, justo como lo esperaba. Tiene mucha experiencia, te das cuenta a primera vista”, y remató con un: “muy distinto a su predecesor”.
Cuando a Putin le preguntaron sobre restricciones a libertades políticas en Rusia, recordó el asalto al Capitolio de EE.UU. el pasado 6 de enero diciendo que no quería que ese tipo de caos para su país, sugiriendo que EE.UU. silencia disidentes, por los arrestos de sospechosos tras el ataque al Congreso.
“Si hablamos de quién está matando a quién o encarcelando, la gente fue al Congreso de EE.UU. con exigencias políticas”, señaló. “A más de 400 personas se les impusieron cargos criminales. Enfrentan sentencias de prisión hasta 28 años. Les están llamando terroristas domésticos”.
Y Biden saltó en su propia rueda de prensa a eso, llamándolo: “comparación ridícula”. “Había delincuentes” intentando tomar el Capitolio. “En Rusia, hay personas intentando manifestarse de manera pacífica que no tienen permitido hablar libremente”, dijo.
Como colofón, el presidente suizo, Guy Parmelin se mostró esperanzado ante el encuentro. “El mundo lleva 18 meses de una pandemia que golpeó terriblemente. La reunión de Ginebra representa una oportunidad para que los presidentes de Estados Unidos y Rusia infundan un poco más de optimismo, un poco más de esperanza en la política mundial”.