Miles de cubanos salieron a las calles de toda la Isla en intensas y espontáneas protestas contra el gobierno, algo inédito en seis décadas de régimen comunista. Las redes sociales fueron el canal para que el mundo conozca las realidades que, en los medios oficiales cubanos, se ocultan y tergiversan.
A la crisis económica endémica y permanente que sufre el país desde hace más 40 años, con carencias de todo tipo, se sumó en los últimos tiempos el llamado “reordenamiento” que subió salarios pero también el costo de todos los servicios; haciendo que el paupérrimo salario disminuyera más su valor; y la pandemia del COVID 19, mal manejada por donde se mire.

IRRESPONSABLES, MERCENARIOS Y ANTIPATRIA
Con su habitual retórica, el régimen cubano tildó a disidentes y descontentos con términos que van desde irresponsables a mercenarios y antipatria, sacando el cuerpo a su innegable responsabilidad en el estado de cosas por su mal manejo económico, que permite el bienestar para la cúpula gubernamental y sus cercanos, mientras el pueblo padece.
Al desatarse la pandemia, la viceministra de Turismo incitó a viajar a Cuba: “Estamos listos para recibir a los turistas, darle asistencia, alojamiento, excursiones, circuitos… todos los servicios turísticos necesarios y demostrar que Cuba es un país seguro en todos los sentidos… por tanto los clientes que decidan venir a Cuba por su propia voluntad serán bien recibidos”, decía el anuncio gubernamental.
En la misma dirección, desoyeron a la OMS que exhortaba a cerrar fronteras y cesar el tráfico aéreo y marítimo, como medida para evitar contagios. Mientras el mundo se cerraba, Cuba permanecía abierta, propiciando con ello los primeros casos (turistas italianos) en el país y la propagación de la pandemia.
Y en acto de soberbia extrema, desdeñaron integrarse al mecanismo COVAX; que permite el acceso a vacunas a países con bajos niveles de ingresos; para producir una propia, que si bien resultó eficaz en sus prestaciones, no cuentan siquiera con las jeringas necesarias para aplicarla en el país.
La vanagloria y satisfacción por los datos de la Abdala se enfrentan a farmacias vacías y miles de ciudadanos con enfermedades simples como la escabiosis que no tienen con qué curarse. Los médicos prescriben preguntando al paciente si tiene el medicamento o puede resolverlo o simplemente recomendando los “remedios de la abuela”.

HARTAZGO, CARENCIAS Y RAZONES DE LA PÉRDIDA DEL MIEDO
El régimen cubano ha sido incapaz de suministrar una canasta básica por casa con insumos alimenticios y aseo personal para erradicar las aglomeraciones en las colas, a la par que dicta restricciones de movimiento por la pandemia durante casi medio año con la excusa de evitar los contagios y; para variar; culpando de la escasez a la crisis mundial y al bloqueo norteamericano.
Y de pronto, implantaron 72 establecimientos bien surtidos de comida y elementos de todo tipo, pero para su venta en dólares. El objetivo: recaudar las remesas percibidas por los que tienen familias o amigos en el extranjero, mientras quien no los tiene y cobra en la moneda nacional (el peso), debe “resolver” (eufemismo para robar o rebuscarse en el mercado negro) si quiere sobrevivir.
Uno de los reclamos extendidos en el tiempo es la dicotomía de que comida para el pueblo no hay, pero sí para venderla en dólares, para más: comida con etiquetas norteamericanas, lo que hace que el cubano se pregunte si el eterno bloqueo económico norteamericano es solo para los productos en su moneda nacional o el que causa que los vendidos en dólares sean seis veces más caros que su costo real.
Y mientras levanta el dedo acusador sobre la población “indisciplinada”, por salir a la calle a buscar el sustento, el gobierno ha sido incapaz de solventar las necesidades básicas de los hogares impidiendo que la cuarentena pueda realizarse y se constituya en medida eficaz para parar la propagación de la COVID.

LA PÉRDIDA DEL MIEDO Y OTROS FANTASMAS
Al ya referido “reordenamiento”, causante de extremar; si es que fuera posible; la pobreza estructural del pueblo ya harto de necesidades insatisfechas por precios exorbitantes de la electricidad, el gas, agua corriente y servicios básicos se sumaron la ineficiencia en el abastecimiento de tales servicios. Los apagones son de varias horas, el agua falta asiduamente, lo mismo que el gas (lo mismo el suministrado por red que por garrafas).
Y luego de promover la llamada “repatriación” (cubanos residentes en el extranjero que pagan por volver a vivir en Cuba con documento nacional para establecer negocios) y otorgar permisos para la pequeña empresa privada, el régimen desata periódicas ofensivas contra ese sector de desarrollo económico independiente, por “enriquecimiento ilícito”. Lo que ha llevado a la convicción de que el bloqueo más dañino y cruel es el interno.
Y a toda esta realidad se suma el surgimiento de personas y movimientos como el San Isidro, contestatarios y disidentes, que llaman a cambiar las cosas. A eso es a lo que teme el régimen instaurado en La Habana y por ello ha reprimido cotidianamente toda iniciativa en contra de sus dictados. Ahora se le vuelve cuesta arriba pues las protestas son multitudinarias.
La credibilidad del régimen está por los suelos. Exige responsabilidad y resistencia a la gente, mientras viven en una burbuja de bienestar en la que las carencias y dificultades no penetran. Los niveles de vida dictan la forma de pensar y actuar y no les cabe en la cabeza que el pueblo les exija y reclame, sin que en respuesta salga la dada por Díaz Canel de “salir a la calle los revolucionarios a enfrentar a los apátridas”.
Para eso sacó a los antimotines a la calle. Para eso movilizó a las tristemente célebres “Brigadas de Respuesta Rápida” (civiles comprometidos con el régimen para su defensa), sacó el uniforme a policías para atacar desde dentro las protestas, cortó el internet para tratar de impedir la difusión de las noticias y a sus leales en la prensa oficial para dar imagen tergiversada de tranquilidad y lucha popular contra “un puñado de apátridas”.
Las próximas horas serán decisivas. Dependerá de la movilización permanente del pueblo pero el cubano, indudablemente, ha perdido el miedo. La resistencia ha parido la convicción de que el régimen se tambalea y teme. Ya probaron la primera dosis del aserto de que “el pueblo no debe temer a sus gobernantes, son los gobernantes quienes deben temer al pueblo”.
FOTO DE PORTADA
«Cuba» by szeke is licensed under CC BY-SA 2.0