Central Termoeléctrica. Foto: Antón Osolev con licencia 2.0 Generic (CC BY 2.0)
Por años una constante aqueja a los cubanos: termoeléctricas fuera de servicio, roturas imprevistas, apagones programados y sin programar. ¿Cuánto hay de mito y realidad en que el bloqueo a Cuba es la causa de tales apagones y mal servicio eléctrico? ¿Cuál es la verdad del sistema eléctrico cubano?
En una Isla con temperaturas medias de 27 a 32 grados anualmente, la electricidad es una necesidad; incluso un imperativo; para el nivel de vida del cubano. No solo en sus hogares, sino también para el desarrollo. Sin energía no se bombea agua, ni funcionan las industrias, ni se producen bienes materiales. Resumen: peor economía.
Y sin embargo, ese “eterno verano” alguna vez tan publicitado apuntando al turismo, se trueca en infierno al ser un verano de niños sin dormir, de médicos que salen de la batalla contra el Covid 19 a casas oscuras, con la poca comida conseguida a costas de esfuerzo y enormes gastos echada a perder, en un reino de mosquitos y calor infernal.
Una termoeléctrica se repara y otra ya está en la cola para romperse, en un eterno ciclo de roturas “no programadas pero sabidas” de usinas que; como casi todo en Cuba; no cumplen desde hace mucho; sus planes de mantenimiento, lo que trae como consecuencia lógica sus roturas, a la postre más costosas que la parada para mantener la industria.
Ese círculo vicioso lo forman el costo elevado de maquinaria y piezas, además del propio mantenimiento y el detalle de que casi nunca las divisas necesarias para cumplir el cronograma de repuestos, están disponibles en tiempo y forma. Entra también en el círculo la mala reputación de impago de cuentas del Estado cubano.

MITOS Y REALIDADES DEL APAGÓN
Según datos de la ONEI (Oficina Nacional de Estadísticas e Información) la producción de energía eléctrica en Cuba “tiene como soporte centrales termoeléctricas, consumidoras de alrededor del 40% de derivados del petróleo, para generar más del 80% de la electricidad”. Eso implica que la producción de energía depende de la importación de combustible y las divisas disponibles.
Y datos que aporta el gobierno cubano a la oficina de FAO (Fondo de la ONU para la Alimentación) dicen que la única alternativa viable para cambiar tal dependencia, es “aprovechar las fuentes nacionales, pero la producción de crudo en Cuba no se prevé que supere los 1,4 millones de toneladas anuales, con baja calidad por su alta viscosidad y contenido de azufre, lo que dificulta su utilización en las centrales termoeléctricas”.
Por tanto, lo que queda son las fuentes renovables, pero ahí hallamos que la hidroenergía en Cuba es limitada, por “no contar con un potencial significativo”, que se evalúa en unos 650 MW, pero existen instalados 64. La energía eólica apenas está en “prospección de su potencial” y la energía solar, los costos del equipamiento “no son competitivos con las fuentes convencionales en la mayoría de los casos”.
¿Es el bloqueo a Cuba el causante de que un país sin producción significativa de petróleo tenga su base energética en termoeléctricas? ¿Nadie pensó en 62 años que, además de la termonuclear de Juraguá (Cienfuegos, nunca terminada), había que desarrollar otras vías para obtener la energía necesaria para hogares y desarrollo económico?
¿No bastaron los tres mil millones de dólares anuales por 30 años, recibidos de la URSS como subsidio, para invertir no solo en nueva maquinaria, sino reponer la instalada en las usinas a petróleo, mientras se trabajaba en las energías renovables?

MATRIZ ENERGÉTICA VS BLOQUEO A CUBA
Según la ONEI, las termoeléctricas cubanas son: Máximo Gómez (Mariel), Antonio Guiteras (Matanzas), Carlos Manuel de Céspedes (Cienfuegos), 10 de Octubre (Nuevitas), Antonio Maceo (Santiago de Cuba), Santa Cruz (La Habana), Felton (Holguín), Otto Parellada (La Habana), Tallapiedra y una en Moa de 184 MW generados por 10 grupos electrógenos.
Y de esas plantas, la más antigua data de 1967 y la más nueva de 1991. La vida útil de un bloque energético es de 25 años y el más joven en Cuba llega a los 30. La potencia total instalada y la energía bruta generada de 3.083 MW han decrecido. Las pérdidas en transmisión hacen que la energía neta generada disminuya. Hasta 2012 eran del 28% (el rango normal es entre el 3 – 7% de lo generado), ahora son mucho mayores.
La maquinaria de las termoeléctricas es en su mayoría de origen soviético, checo y una francesa, por lo que mantenerla y/o repararla depende de dinero para hacerlo. ¿Cuál es el impacto del bloqueo acá? Simplemente que siguen siendo consumidoras de petróleo y como llegó Venezuela al rescate tras la caída de la URSS, nadie se preocupó por cambiar.
Y para colmo, con esa matriz energética dependiente por completo de terceros, el difunto Fidel Castro determinó la introducción en hogares de artículos eléctricos para “ahorrar en el suministro de combustibles derivados del petróleo”, como el gas licuado. Así llegaron desde China ollas arroceras y otros, que aumentaron el consumo eléctrico.
¿Son el abandono y la imprevisión de décadas en el sector electro energético o el bloqueo los responsables de la actual situación? Se impone la reiterada pregunta: ¿¡No se le ocurrió en 62 años a las mentes iluminadas del socialismo cubano que para tener energía propia había que desarrollar otras variantes para generarla, alejadas del petróleo y derivados!?

VARIANTES, ANTES, AHORA Y MÁS APAGONES
Mientras el Programa de Desarrollo de las Fuentes Nacionales de Energía afirma que “El reto hoy en Cuba es lograr una mayor independencia energética mediante la utilización de todas las fuentes nacionales de energía”, las palabras lindas no producen electricidad y la gente desespera entre mosquitos, comida perdida y calores tropicales.
La potencia de generación hidroeléctrica instalada es de 64 MW ¡De un potencial estimado de 800! La agroindustria cubana del azúcar, fuente más importante de biomasa y la única con la que se generaba electricidad, también se fue al mazo. Desde 2002 se cerraron 71 de los 156 ingenios azucareros, por la “reconversión económica”.
Y se perdieron con ello muchos de los 20,5 millones de toneladas de bagazo y residuos agrícolas que movían 804 generadores y 349 turbogeneradores de vapor con más de 700 MW y buena parte de la interconexión al Sistema Eléctrico Nacional.
Recién en 2019 el Decreto-Ley 345 regula el desarrollo de las energías renovables. Los cubanos pueden comprar paneles solares para generar electricidad propia y vender excedentes. Con préstamos de hasta el 100% pero la venta de los aparatos y sus repuestos es en tiendas seleccionadas, incluidas las nuevas en MLC (divisas). La instalación y el montaje por agencias estatales. En fin, juez y parte, como es usual.

DE ALUMBRONES Y SUPUESTOS BENEFICIOS
¿Y quiénes serán los beneficiarios? “Más del 90% de los hogares consume menos de 300 kv al año, y no sería rentable para estos consumidores comprar un sistema fotovoltaico utilizando su dinero efectivo actual o pidiendo un préstamo bancario”, dijo Tatiana Amarán, directora general de electricidad del Ministerio de Energía y Minas a DW.
Por eso, la costosa tecnología y su despliegue, será una alternativa viable para empresarios privados con alto consumo, según la funcionaria ¿Cuáles? ¿Los del sector turístico y conexos, únicos a los que mira la cúpula del régimen para sus grandes planes? Ya tienen todas sus instalaciones y hoteles conectados y priorizados. No existe el bloqueo en su área.
Para reducir la eterna dependencia, Cuba planea aumentar las fuentes renovables al 24% para 2030 desde el 5% en 2019, con el que se generaron 687.000 megavatios por hora; ahorrando 178.000 toneladas de combustible; con todo instalado en 2030 esperan generar 7.000 gigavatios, sustituyendo 1,8 millones de toneladas de combustible.
Otra vez, palabras y planes maravillosos. La realidad es que la importación particular de tecnología de generación como paneles o generadores eólicos está restringida internamente. El estado es exclusivo y las trabas hacen los costos astronómicos. Y otra vez, el pueblo de apagón en apagón. ¿Dónde queda el bloqueo norteamericano en esta historia?

DESIGUALDADES, DISTRIBUCIÓN, APAGONES Y BLOQUEO A CUBA
Cuando el malhadado “reordenamiento económico” el precio por kv aumentó a uno mayor incluso al de países del primer mundo. El cubano pensó que ahora sí vería un servicio de calidad en sus 3.508.736 hogares electrificados (Organización Latinoamericana de Energía), pero fueron esperanzas vanas. Cambió para empeorar.
Refiere Héctor Reyes, en Diario de Cuba, que en la Península de Guanahacabibes, Pinar del Río, residen varias familias. Una vive en un bohío sin electricidad y a unos tres km deslumbra el resort “María La Gorda”, a toda luz. Hay caseríos en Cuba que lograron tener suministro eléctrico por la colecta de dinero y la gestión propia, pero no todos.
En Mabujina, al sur de Villa Clara, vendieron sus cosechas, hicieron postes, y compraron cables y transformadores para llevar la electricidad a sus hogares. El gobierno envió soldados, tumbaron los postes, cortaron los cables y decomisaron los equipos. Digna solución socialista a un dilema popular. No se pudo culpar al bloqueo por ello.
En resumen, Cuba basa la generación eléctrica del 80% de sus necesidades en combustible del que carece y obtuvo por el parasitismo congénito, primero de la URSS y luego de Venezuela. Las energías renovables apenas generan 5%, parte de ellas se fueron con la industria azucarera y para la eólica, hidráulica y solar solo hay planes y expectativas.
La responsabilidad mayor del déficit eléctrico en Cuba es del gobierno que en seis décadas no ha cambiado su matriz energética. Se dilapidaron millones que podrían destinarse a reparaciones y mantenimiento de las termoeléctricas y crecimiento de infraestructura. Se priorizan hoteles y el resto es secundario.
Ni siquiera los apagones se “reparten equitativamente”: mientras el pueblo sufre, las casas de los líderes tienen “circuitos priorizados” y los hoteles brillan. Y en esto, tampoco tiene nada que ver el embargo norteamericano.